¿Cuánto va a durar así?

¡Lo vamos a mantener!

La misma pregunta y la misma promesa se repiten cada vez que una clienta verifica aliviada que su casa ha sido organizada.

La felicidad que resulta de este alivio es directamente proporcional a la ansiedad que provoca el estrés de vivir en una casa caótica, que fomenta pasar más tiempo fuera de
ella que disfrutarla.

Como no hay nada mágico para conseguir resultados a largo plazo, si este hogar en funcionamiento no mantiene la estructura de organización establecida, en pocas
semanas no habrá señales del trabajo de descarte, categorización y guardado que tanto esfuerzo demandó.

Y no me refiero a que se vuelva a desordenar, lo cual es esperable; sino más bien a que se altere el sistema de organización que estableció un lugar para cada cosa y del que
devino el esperado equilibrio entre los espacios de guardado y la cantidad de objetos en su interior.

Muchas veces no faltan alacenas, estantes o placares. ¡Sobran cosas!

Llenar en exceso armarios o alacenas impide que lo guardado se identifique sin dificultad, se mantenga bien ubicado y en condiciones y podamos sacarlo y volverlo a guardar rápidamente.

Por eso, aunque parezca inocuo, después de una organización profesional puedes caer en la tentación de interpretar que hay espacio disponible para agregar un edredón más a un estante, 5 prendas adquiridas en liquidación al closet o un nuevo juego de ollas al cajón, pero no te lo recomiendo.

Que quepa no significa que esté bien acomodado y se vea fácilmente qué hay detrás. Empujando un poco entra en el estante… pero alcanzar lo que está en segunda o tercera fila y se utiliza a menudo, resulta menos práctico. Le haces lugar en el barral y la ropa nueva quedó colgada… pero las perchas tan encimadas dificultan visualizar todas las prendas y amenazan con arrugas indeseables.

En una sociedad consumista que lejos está de promover hacer descansar las tarjetas de crédito, en lugar de sentir culpa por comprar, te propongo que cada vez que ingreses un objeto nuevo, te deshagas de otro.

Otro aspecto no menos importante es la procrastinación, madre del desorden en dimensiones abrumantes. La lucha contra el ‘después lo guardo’ requiere una dosis de autodisciplina, que implica guardar en lugar de dejar lo usado ‘en tránsito’ sobre sillas, mesas, sofás o pisos. Para eso, tienes que estar consciente en el aquí y ahora y observar tu accionar: ¿vienes cansado, los niños te reclaman, tu mano sostiene el celular constantemente, sientes ansiedad, te interrumpen, no tienes un sistema de almacenamiento eficiente, etc.?

En definitiva, una organización profesional no tiene fecha de vencimiento, ya que con pocas rutinas específicas, puedes mantener siempre un ambiente ordenado y
armonioso.

¡Gracias por llegar hasta aquí y te espero en los comentarios!»

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